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El sector ovino vive un retroceso en los últimos años. Son pocos los valientes que continúan con este oficio en el campo del interior de la Región del que, cada vez más, parece que van quedando resquicios localizados. Y es que la ganadería extensiva y la figura del pastor ha ejercido un papel fundamental en la fijacion de la población local al medio rural de la Comarca del Noroeste, en el fomento de razas autóctonas. Ha contribuido a minimizar el riesgo de incendios y ha ayudado a la preservación del paisaje. No obstante, es una actividad que ha perdido peso en las últimas décadas en la zona.
En concreto, en los últimos cinco años ha descendido en un 10% el número de cabezas del censo ovino y en un 25% el número de ganaderos. Datos a los que hay que sumarle la falta de mano de obra cualificada y el bajísimo relevo generacional. Condicionantes, aseguran los ganaderos, que avocan ya a este oficio como uno de los primeros a desaparecer en un futuro no tan lejano en la zona.
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