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Las lluvias vividas en el día de ayer condicionan esta vuelta a la normalidad de los negocios junto a otros factores que van desde las limitaciones de la desescalada a la desconfianza que presentan algunos de los ciudadanos. Bares y comercios han subido la persiana pero su rentabilidad, por ahora, aún es dudosa.
Ni la cartelería que anuncia que el cliente se encuentra en un lugar que cumple con las medidas necesarias ni la higiene que muchos están poniendo en práctica resultan suficientes para reactivar una economía local que pasa por momentos de incertidumbre.
Los empresarios aseguran que el cliente aún tiene miedo y sale poco a la calle, motivo suficiente para que muchos ni siquiera se hayan planteado subir la persiana. La situación también afecta a los que aún esperan la vuelta a sus puestos de trabajo.
Pasará tiempo para que todo sea como antes, pero por el momento a tiendas, bares y otro tipo de comercios no les queda otra opción que la de seguir funcionando… A medio gas.
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