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Con la llegada del frío extremo hay que prestar especial atención a nuestra piel, una de las grandes olvidadas en esta época, a pesar de ser una de las partes del cuerpo que más sufre los cambios de temperatura. Si bien es cierto que en verano prestamos muchísima atención a protegerla de las adversidades del sol, en invierno también deberíamos resguardarla de las consecuencias que acarrea el frío.
A partir de ahora convivimos con mínimas por debajo de los 5 grados durante varios meses y si no llevamos unos cuidados especiales, la bajada del mercurio puede traer problemas que comienzan por la sequedad y la deshidratación pero que pueden ir a más y convertirse en eccemas, rosáceas o dermatitis atópicas.
Para evitarlo, una siemple rutina que incluya la higiene, una hidratación adecuada según nuestro tipo de piel (seca, grasa o mixta) y una alimentación rica en vitaminas y antioxidantes es suficiente, sin olvidarnos de la protección solar incidiendo especialmente en las zonas expuestas al aire libre. Solo así conseguiremos a lo largo de todo el invierno un estado de salud óptimo en nuestra piel.
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